¡Atenta la Compañía…!
Ningún acto debe organizarse «porque sí»: detrás de cada uno tiene que haber un objetivo. Es básico para plantearlo pues, sabiendo qué queremos trasladar a la sociedad, podremos diseñar la estrategia adecuada para colocar nuestro mensaje y hacernos visibles.
Dentro de la estrategia, además, es obligado reflexionar sobre la forma del acto, su contenido y su puesta en escena: no podemos permitirnos aburrir a quienes congreguemos en el lugar escogido. Si la compañía no está atenta es que lo que «ven, siente, huelen, oyen y saborean» no les interesa y habremos fracasado.
Y hoy, se les puede ir el santo al cielo con el vuelo de una mosca. ¡Hay muchas tentaciones!