Bajo el palio sonrosado de la luz crepuscular….

Bajo el palio sonrosado de la luz crepuscular….

Aunque suene a melodía romántica de Jorge Sepúlveda y den ganas de bailar, no vamos a hablar de música, sino de palio arzobispal. A raíz de una conversación entre amigos sobre los fastos y acontecimientos reales de la semana pasada, la charla acabó derivando en etiqueta, formalidad de la indumentaria, uniformes…. y hábitos. Y en este punto, por utilizar similitudes, salieron las vestiduras eclesiásticas. Entre ellas, el palio arzobispal. A la memoria de más de uno saltaron aquellas imágenes del NODO en las que se veía a la autoridad competente entrando en las iglesias bajo palio.  No, no era de eso de lo que se trataba, pero de allí surgió la idea de explicar que es el palio.

Ya comentamos allá por abril de 2013 algo sobre la indumentaria del Papa -en aquel entonces Benedicto XVI- y su uso diario.

¡Pero aquí va una explicación más extensa para que no haya la menor duda entre palio y palio!

El “palio moderno” es una insignia exclusiva de los arzobispos (es también la insignia más antigua y característica del Obispo de Roma). Tiene forma de collar, o faja circular, que se coloca en el cuello y del que cuelgan dos tiras rectangulares que caen sobre el pecho y la espalda, respectivamente,  rematadas en negro. Lleva bordadas seis cruces negras, que recuerdan las llagas de Cristo, y se adorna con tres alfileres metálicos -los clavos de Jesús en la cruz-.  Simboliza la parábola de la oveja perdida: un pastor va en busca de una oveja que se le había perdido y al encontrarla la carga sobre sus hombros. Hace el mismo efecto.

palio

El palio se confecciona con lana de los corderos bendecidos por el Papa en la fiesta de Santa Inés (21 de enero), pues Inés, en latín, significa «cordera». Ese día se presentan al Papa dos corderos adornados: uno con flores blancas (simbolizando la virginidad de Santa Inés) y el otro con flores rojas (simbolizando su martirio): con su lana tejerán los palios las monjas benedictinas del monasterio de Santa Cecilia de Roma. Estos palios se los impone el Papa a los arzobispos que ha nombrado durante el año, el día 29 de junio, fiesta de San Pedro y San Pablo.

 palio palio

Antes de usarse este “palio moderno” se utilizaba uno que medía casi tres metros de largo y se lucía a modo de estola y llevaba bordadas cinco cruces rojas que simbolizaban las cinco llagas de Cristo y que pasaron a ser seis, en la Edad Media, para mantener similitud en su distribución.  Eran de color rojo, más costoso y por tanto, más rico, pero tenían la dificultad añadida del tinte, que desteñía. Por eso se pasó a color negro. El cambio al modelo moderno que se utiliza hoy se escenificó en la fiesta de San Pedro y San Pablo del año 2008: ahora se llama “palio papal” y es una mezcla de los dos anteriores. Mantiene el formato del moderno, pero es un poco más grande, y con las cruces rojas.

 palio  palio palio

PERO, también se llama palio al dosel, aguantado por varias varas, con que se acompaña al Santísimo Sacramento en las procesiones eucarísticas.

 palio

Ir “bajo palio” es el máximo honor que se le puede dar simbólicamente a alguien dentro de una iglesia. Por ello se reserva al Santísimo Sacramento en el exterior del templo, a modo de protección, aunque también en alguna procesión interna en el templo. El libro litúrgico “Ceremonial de los Obispos”, de 1984, establece la utilización del palio procesional en “aquellas celebraciones en las que se procesione con el Santísimo Sacramento”. Recomienda, además, que “el celebrante que vaya a procesionar bajo palio, lo haga con capa pluvial y humeral -el velo que se coloca sobre los hombros y que se utiliza para no tocar la custodia con las manos-. Para el resto de ocasiones -procesiones con reliquias u otras imágenes- no establece nada. Simplemente dice que “se usará según las costumbres de los lugares”.

No especifica nada en cuanto a su uso para autoridades civiles, aunque fue habitual con el anterior régimen, como muestra de máximo respeto hacia el entonces Jefe del Estado.

(Gracias a Sergio Escalera por su ayuda en la elaboración de este texto)