Besos bajo el ala de un sombrero

Besos bajo el ala de un sombrero

El sombrero hace tiempo que ha dejado de usarse habitualmente. Aunque de vez en cuando las modas nos lo vuelvan a poner en la cabeza, es una prenda en desuso. Hoy en día sólo lo lucen algunos hombres, conscientes de que es un complemento poco usado, aunque casi todos se empeñen en tratar de convencernos de que es por pasar menos frío. Las mujeres han dejado de usarlo a diario. Aunque durante siglos fuera el complemento indispensable a sus atuendos, hoy ha quedado relegado a las ceremonias. Sobre todo a las bodas. Y desde no hace mucho.

Sin embargo en otros países europeos, las mujeres los lucen siempre que acuden a un acto de día. Sea o no una ceremonia. Un vistazo a cualquier revista del corazón o a la prensa rosa y no hay semana en la que no haya fotografías de eventos -sobre todo  en el Reino Unido o en  los Países Bajos- en los que no veamos a sus autoridades, a sus reinas y princesas tocadas con los diseños más actuales.

Por ello, tampoco hay grandes normas de uso del sombrero. Los caballeros deben quitárselo al entrar en el interior de los edicifios y levantarlo -o simular el gesto- para saludar. Las mujeres, por el contrario, si salen de sus casas con el sombrero puesto, entran en ellas de vuelta sin habérselo quitado ni un momento. Dicen por ahí los nuevos gurús de la etiqueta, que está permitido que se lo quiten, por ejemplo en una boda, para el baile, que suele organizarse para después del almuerzo. Pero no es así. El asunto radica en que los bailes, como los sombreros son cosa de usos sociales “antiguos” y su adaptación a los tiempos modernos es mala. Es más adecuado, en estos casos, lucir un tocado. Al ser menor, y estar muy bien sujeto al peinado, permite moverse con cierta comodidad. ¡Salvo que a un le de por el rock furioso! En ese caso, ni sombrero, ni tocado, ni nada aguantará en su sitio.

Los bailes eran para la noche -cuando no se lleva sombrero- y los sombreros para el sol y en los bailes campestres, que eran de mañana, se mantenían puestos. Es la misma pelea que nos traemos con el chaqué del novio en las bodas de noche.

Es difícil aunar costumbres. Especialmente en los usos sociales: indumentaria y educación son dos de esos ámbitos en los que el encaje es complejo. Vestir adecuadamente, y lucir un sombrero es parte de ello, parece estar proscrito. Graduar nuestro atuendo en función del lugar al que vamos o la actividad a la que asistimos no es ya una norma de buena conducta social, sino, simplemente, “viejuno”. Un diputado puede presentarse en el Congreso en camiseta pero a la boda de su hermana, querrá que todos vistan chaqué. Besar a una mujer en la mano es de antiguos. Plantarle dos sonoros besos a la primera de cambio es señal de cercanía.

Para ejemplo de este choque de costumbres -saludos e indumentaria- subimos hoy una foto que habla por si misma.  Adaptar costumbres antiguas no es sencillo. Y la mezcla de tantas cosas al final, lo que da lugar es a situaciones ridículas.

sombrero

¡Feliz fin de semana! En la que viene celebramos el Día de nuestra Constitución: no faltaremos a la cita: lo contaremos.

(Foto: Vanitatis. El Confidencial)