Comer con un ojo en el futuro

Comer con un ojo en el futuro

Muchas veces se nos acusa a los protocoleros de ser “gente antigua“, de no estar a lo que la vida actual nos depara. No ya moderna, que eso es casi como referirse ya a la prehistoria, sino de no estar en el día a día, ni ver los caminos por los que enfila la gente. Se dice que vivimos en tiempos pasados y en escenarios gloriosos que ya no son reales. Habitualmente respondemos airados. El protocolo ayuda a la convivencia; el protocolo facilita la vida; el protocolo comunica y emite mensajes.

También es frecuente explicar que el  protocolo no son sólo cuestiones de etiqueta, buenas maneras en la mesa o buena educación. Son hoy solo una parte de lo que debe dominar el protocolero -y, la verdad, deberíamos saber todos- pero al final de la explicación, la gente te mira de arriba a abajo y se va por donde ha venido moviendo la cabeza en plan: ¡este no tiene remedio! Vamos a dejarle en paz con sus rigodones y randevús, que decía un directivo de empresa cuando se refería al trabajo de su jefe de protocolo.

Comentando ese habitual proceder pensábamos en darle una pensada y tratar de entender por qué no conseguimos salir de ahí. No es fácil: reconocer que a lo mejor algo hay detrás de tanto rechazo tiene su miga. En eso estábamos cuando un anuncio nos iluminó un poco la bombilla. El de los famosos fideos YaTeKomo. No, no los hemos probado. Ni vamos a hablar de sus virtudes. Ni hacer una crítica gastronómica.

comer

Vamos a hablar de comer. De poner la mesa para comer. ¡Nos pasamos el día explicando como se colocan los cubiertos o dónde van las copas, el platito del pan o la servilleta y nada de todo esto sirve para comerse los fideos! Y no por ser fideos, sino por lo que representan y venden: otra forma de comer. Donde quieras. Con quien quieras. Como quieras. ¿Qué sentido tiene explicar toda esa parafernalia de platos y manteles ante las nuevas formas de comer que se imponen?

¿No sería mejor desarrollar formas más sencillas para el día a día en el que se tengan en cuenta que pizzas, hamburguesas, nuggets, fideos y comidas preparadas son los protagonistas? No vamos a poder parar los tiempos: habrá que adaptarse. ¿Para qué quiere el cestito del pan el que come pizza servida en la propia caja en la que ha llegado a casa montada en una moto? Si nos parece de poca educación comernos una tableta de chocolate a bocados tirados en el suelo, tampoco son muy lucidos los restos de envases de comida preparada sobre la mesa de la terraza en una comida con amigos.

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Los jóvenes  -y los ya no tan jóvenes- de hoy no van a poner una mesa al uso. No van a pasar la comida de los envases de cartón a fuentes. No van a poner la hamburguesa en un plato con su cuchillo y su tenedor. No van a sacar los fideos del vaso …

Van a comer. Punto. Ahí hay campo para reflexionar. ¿Te apuntas?