Comunicación y memoria
Comunicación y memoria
Con algo de retraso sobre el horario habitual de los domingos por la tarde, no puede, sin embargo faltar el resumen de la semana en Protocolo a la Vista: nos ayuda, incluso a nosotros, a ver donde estamos; a ver lo que os gusta más o menos; a ver por donde tirar una semana más.
En la que acabó ayer, la entrada más vista por nuestros seguidores ha sido Protocolo es comunicación, ¡sí o sí!. Cuando se habla de protocolo mucha gente piensa en buenas maneras o formas, en urbanidad, en comportamiento social. Sin embargo, aunque de todo ello haya en el mundo del protocolo, la función básica de un técnico es la ordenación de espacio, la ordenación de acciones, la puesta en escena de los actos: es pintar un cuadro para que el público al mirarlo, comprenda lo que representa, se emocione con lo que transmite y lo sienta para «llevárselo puesto». Por eso decimos, para resumir, que es comunicación. Sobre todo en una sociedad de imágenes como es la nuestra, donde lo que no se ve en la tele, no existe.
El protocolo proporciona esas herramientas que hacen del bochinche o del caos, un conjunto armónico «que cala».
Utilizamos para ilustrar la contundencia del título, una foto del rey Felipe VI inaugurando el curso académico en la universidad de Toledo. Seguramente sería difícil encontrar un lugar donde poner la placa que recuerde a los estudiantes que este curso lo inauguró allí este rey. Seguro.
Pero la solución encontrada -una placa rodante– lo que contaba era otra historia: no se recodará por ser los reyes quienes inauguraron el curso, sino por lo poco lucida que fue la puesta en escena: justita, escasa y tan austera que inevitablemente llevaba a una palabra «recorte«. Cuando no, como señala un seguidor del blog, a emparejarla con «inestabilidad». ¡Qué cada uno saque sus conclusiones, pero que es comunicación no lo puede negar nadie!
Y por si alguno no está seguro y no nos cree, aquí va otro gran ejemplo:
La segunda entrada favorita esta semana pasada ha sido Memorizar discursos tiene sus trucos.
Lo bueno que tiene la tecnología es que aporta grandes avances. Y si lo hace en cualquier ámbito, también al nuestro le llegan grandes inventos que facilitan el trabajo a unos y otros. Preparar discursos es una labor que todo político debería tomarse muy en serio. Cierto es que a todos ellos, como a los presidentes de grandes empresas, de bancos o corporaciones les «escriben» los discursos, lo que de ninguna manera significa que eso es todo. Sobre lo que un consejero, asesor, periodista o experto presente a su señorito hay que trabajar: hay que leerlo, adaptarlo a orador, enseñarlo, conocer las técnicas que ayudan a hacerlo eficaz.. Y entre ellas, desde luego, no está memorizarlo de principio a fin, pero sí conocerlo a fondo. Y por si acaso, por si fallamos, por si tenemos un mal momento, conviene contar con apoyo. No hay apuntadores como en el teatro, pero hay teleprompter y al aparatito de marras, dedicamos la entrada.