Contenedor, contenido y mensaje: un trío indisoluble

No es de extrañar que, si la iglesia quiere organizar unas jornadas, el local elegido sea una parroquia o incluso una catedral.  No es raro que los organizadores del acto echen mano de cuantos materiales, servicios y avances técnicos, puedan. No es anormal que busquen las  mejores soluciones a su alcance para lograr colocar su  mensaje, pues para eso se organizan los actos.
Lo que no me cuadra es cómo no le dieron unas vueltas al diseño de esta puesta en escena: ese mix entre gótico y minimalismo funcional choca a primera vista y lo que transmite es una imagen muy descompensada. Si se ha querido mostrar que se está a la última, ni la trasera en trus  de aluminio, ni la mesa modelo telediario garantizan modernidad. Si de lo que se trataba, y ese es el lema de la jornada, era de reflexionar sobre la fe y la educación, el simple escenario “natural” de esa iglesia era marco más que suficiente y mucho más coherente.

 El contenedor de un acto hay que adecuarlo al contenido y al mensaje que se quiere lanzar. Si no, no se logra el objetivo.

 Iglesia y minimalismo