El árbol de Navidad
Tan cerca ya de Nochebuena y de Navidad pocos son los que no han decorado sus casas para la celebración. Con todo lo que oferta el mercado, con las muchas tradiciones como hemos ido adoptando de unos y otros países, no hay quien se resiste a coronas, abetos, bolas, velas, duendes, ángeles, estrellas o cualquier otro tipo de adornos. Por encima de repisas y marcos, en centros para mesas, colgadas en puerta , en ventanas o en el árbol de Navidad. Si nosotros somos los del tradicional Belén -o pesebre, como se dice en Iberoamérica- los países del centro de Europa son los reyes de los árboles. ¿Sabemos de dónde viene esta costumbre navideña y a quien debemos la tradición? ¡Toca dedicarle un post! Si no es por estas fechas….¡difícil que lo sea en otras!
Un poco de historia de antes del árbol de Navidad
Los primeros cristianos -que recordemos eran “nos apestados perseguidos por su fe-, dado que no podían celebrar sus ritos y fiestas propias y dado que acabar con los rituales paganos no era cosa sencilla, buscaron la forma más práctica de disimular sus fiestas sagradas en el calendario establecido para las celebraciones paganas de todo tipo. Pues haberlas, las había. En los festivales de invierno era costumbre colgar laureles en las puertas de las casas y encender luminarias; los celtas revestían los robles -árbol sagrado para ellos- con frutas y velas durante el solsticio de invierno como una forma de revivir el árbol y asegurar el regreso del sol y de la vegetación. Por su parte, los romanos adornaban las calles durante la celebración de las Saturnales. Estas celebraciones en honor a Saturno, dios de la agricultura y la cosecha, también en el solsticio de invierno -17 a 23 de diciembre, los días más cortos del año y por tanto los más oscuros- son el origen de nuestras celebraciones actuales: recogida y guardada la cosecha, se relajaba el trabajo diario y los romanos aprovechaban ese tiempo ganado en visitar amigos y familiares, intercambiar regalos y celebrar grandes banquetes.
Saturnales – Fresco en Pompeya
Nuestro primero cristianos buscaron así la mejor época del año para sus intereses. En el caso de la Navidad, y aunque no esté claro aun el año del nacimiento de Jesús de Nazaret -entre los estudios del historiados Flavio Josefo y los datos que manejan de los evangelistas Mateo y Lucas que lo sitúan durante la época de Herodes el Grande, hay unos 10 años de diferencia- la fecha que hoy celebramos como de su nacimiento -25 de diciembre- es totalmente inventada. Y lo es porque como no era importante en aquellos primeros tiempos del cristianismo, ni se tuvo en cuenta y hubo que datarlo mucho tiempo después de que sucediera para acomodarla a la época del año que mejor se ajustaba a los intereses evangelizadores. No fue hasta la legalización del cristianismo por parte del emperador Constantino cuando se establece esta fecha de diciembre y se acepta como válida. Se habría escogido el día 25 por ser la fiesta del Natalis Solis Invicti , fecha asociada al nacimiento de Apolo ,un dios a quien rendía culto oficialmente el emperador Aureliano (siglo III) lo que facilitaba esconder fiestas cristianas en otras ya establecidas y facilitaba la conversión de nuevos fieles.
De las costumbres paganas al árbol de Navidad
Los cristianos que se establecieron en el norte de Europa siguieron esta misma técnica para calcular su calendario de fiestas. En aquellas tierras frías se celebraba el nacimiento de Freyr o Frer, dios de la lluvia, del sol naciente y de la fertilidad, adornando un árbol en fechas cercanas a nuestra Navidad actual. El árbol simboliza el universo y en su copa situaban la morada de los dioses y el Valhalla o palacio de Odín. Las raíces, por el contrario, simbolizaba el reino de los muertos. Dicen las crónicas que San Bonifacio* en su labor evangelizadora se plantó antes uno de estos árboles, tomó un hacha y lo cortó. A cambio plantó un pino o un abeto, árbol de hoja perenne, mucho más adecuados para simbolizar la vida eterna y de forma triangular, que evoca a la Santísima Trinidad. Lo adornó con manzanas y velas. Obviamente, la manzana nos lleva al paraíso terrenal y al pecado original de Eva y Adán. La velas, por su partes, representan la luz de Cristo. ¡Era perfecto, pues, para convertirlo en símbolo de su nacimiento!
Saint Boniface, Cornelis Bloemaert, hacia 1630
El primer árbol de Navidad
Hay dos ciudades del norte -y no son ni alemanas, ni británicas- que se consideran las primeras en montar un árbol de Navidad en una plaza pública. Son Tallin (Estonia) en 1441 y Riga (Letonia) en 1510. Los letones dicen que fueron comerciantes locales los que levantaron un abeto grande en la plaza del Mercado, lo decoraron con rosas artificiales, bailaron y cantaron a su alrededor y luego lo quemaron.
Árbol de Navidad en la plaza de la Ciudad Vieja de Praga
Sin embargo, otras fuentes opinan que estos árboles decorados tal y como seguimos montándolos hoy, son cosa de los alemanes donde está documentada su decoración en época navideña desde 1605. Lo que sí está claro, es que a Gran Bretaña llegó, indudablemente, desde allí: el príncipe Alberto –Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, alemán, nacido en Rosenau, y marido de la reina Victoria- lo puso en el Castillo de Windsor en 1841, aunque se conocía desde 1829.
A España, cuentan los que de esto saben, llegó de la mano del marqués de Alcañices -José de Osorio y Silva- que lo puso en su palacio -en el Paseo del Prado- en 1870.
La decoración del árbol de Navidad
Francamente: cualquier cosa vale. Hoy en día hay tantas piezas que se pueden colgar en el árbol que decir que unas son típicas u originales y otras no, es quedarse cortos. Aunque, como todo en esta historia, hay un principio -manzanas y velas- que poco a poco fue creciendo.
Aun así, hemos leído en diferentes webs, que hay adornos clásicos como estrellas -la que situamos en la punta del árbol representa la fe que guía la vida de un cristiano-; las bolas -representación actual de las manzanas de San Bonifacio-; los lazos -unión de seres queridos- y las luces -luz de Cristo-. Y con respecto a las bolas, hay colores: azules -oraciones de arrepentimiento-; plateadas -agradecimiento-; doradas -alabanza- y rojas -petición-. Dicho queda.
¿Todos tenemos ya preparado nuestro árbol? Sea como sea y se decore como se decore, haya venido del norte o no, ¡es un símbolo de la Navidad y estamos a las puertas de las fiestas!
*San Bonifacio: santo, mártir y obispo, encargado por el Papa Gregorio II de organizar la Iglesia en Alemania y de evangelizar a los pueblos bárbaros de Hesse, Frisia y Turingia
**web catholic.net y wikipedia
(Foto: Saturnales; gran árbol de Navidad ( Foto: Martin Hurin / CTK via AP Images / Gtres); y propias