El Papa viste de “Khata”
El Papa Francisco ha estado en Sri Lanka entre el 13 y el 15 de enero. Entre los actos programados durante la visita hubo un encuentro interreligioso con las diferentes creencias en el país: budistas, hinduistas, islamistas, entre otros en el Centro de Congresos BMICH de Colombo, capital del país.
A su llegada al centro sorprendió por su indumentaria: lucía una Khata, el tradicional chal dorado de la cultura budista tibetana. Esta prenda tiene un gran simbolismo en la cultura tibetana: es una ofrenda de bienvenida y de intercambio entre dos personas y encierra un mensaje de pureza y compasión.
Ante la extrañeza de los periodistas, Monseñor Kingsley, Obispo de Galle (Sri Lanka), explicó que: “el chal es la forma más respetuosa de honrar a alguien de acuerdo a la tradición. Esto le da reconocimiento a la persona. Ellos honran a las grandes personalidades con este chal, demostrándoles respeto y rodeándolos con amor y la divinidad en la que creen. Por tanto, creo que la comunidad demostró su admiración al Santo Padre con esta señal de respeto”.
La Khata, que también recibe el nombre de mascada, si es ceremonial, se utiliza siempre en todo tipo de ceremonias. Suele ser de color blanco, pero también naranja o amarillo dorada. En Mongolia es de color azul celeste.
Los tibetanos son un pueblo que cuida especialmente la etiqueta: la indumentaria es un código de comunicación que, en el Tibet, indicaba el estatus social de las personas. (Hasta no hace mucho se podía conocer el de una determinada persona simplemente por la altura del trono o de las alfombras en las que se sentaba). Es obvio, por tanto, que también son muy ceremoniosos. El ritual de entrega o regalo de una Khata sigue un código muy estricto y es muy rico en simbolismo: en la escala social más elevada (altos líderes espirituales y dignatarios civiles) se entrega con las manos unidas en la postura de la plegaria, “tocando a la frente e inclinando al cuerpo en el gesto de la reverencia como muestra de respeto y de buenas intenciones”.
Si la Khata se devuelve, la persona que la recibe la debe guardar como un símbolo de bendición o como una especie de talismán. Si se le ofrece otra, como respuesta a la recibida, hay que interpretarlo como un signo de protección y de buenos deseos.
¡Cualquier “tintinólogo”, y aquí hay más de uno, sabría de lo que estamos hablando!
(Viñeta de “Tintín en el Tibet”)
Se confeccionan en seda y son suaves, largas y de bordes deshilachados. En ellas se hilan, siguiendo patrones muy complejos, la fórmula sagrada de la plegaria o mantra nacional del Tibet: Om Mani Padme Hum (en mi yace la naturaleza del despertar). También lo están los ocho símbolos auspiciosos del budismo tibetano: el parasol de la victoria, el paraguas de protección, la concha, el nudo infinito, los peces, el ánfora de la larga vida, la flor de loto y la rueda del Dharma o doctrina budista.
La Khata ceremonial puede medir más de tres metros de largo y tienen unos 30 cm. de ancho: su uso está reservado a los dignatarios religiosos y políticos importantes. La Khata ordinaria es más pequeña y puede ser de seda o de algodón.
(Fotos: portada; Papa con Khata)