El pseudoanfitrión…¿el pseudoqué??
Al hilo de la entrega del Premio Cervantes las discusiones, análisis y reflexiones sobre la mesa presidencial, sus ocupantes, la ordenación en ella y otros aspectos protocolarios al respecto, han llenado el espacio de internet. Aquí vimos ayer, precisamente, dicha mesa pues al ser par el número de personas que la ocupan, sirvió de ejemplo para explicar cómo se ordenan.
Muchos internautas se preguntaron por qué no presidía el rector de la Universidad de Alcalá, pues su casa cobijaba la entrega del premio. Y de muchos es sabido que «el rector siempre preside los actos de su universidad».
Este rector es el perfecto ejemplo de pseudoanfitrión: es “dueño” del lugar donde se celebra un acto pero que no es quien lo convoca. Por tanto, estará o no, por deferencia en esa mesa, pero tendrá que ceder su anfitrionaje a quien realmente convoca el premio.
¿Y quién lo hace? El Premio Cervantes «pertenece» al Ministro de Cultura. Él es el anfitrión de este acto. Claro que, al estar presentes autoridades de rango superior -el Rey, el Presidente del Gobierno y el de la Comunidad Autónoma- pasa a ser un «anfitrión desplazado», y pierde también él su condición, teniendo que ceder su sito tantos puestos como cesiones haga.
Cumplidas éstas, nuestro «anfitrión desplazado» ha encontrado, al fin, su sitio un poco más allá del centro: es el quinto. Por detrás de él, en el RD de precedencias, sólo quedan ya el alcalde del municipio donde tiene lugar el acto, que va inmediatamente detrás y los otros dos cargos presentes: un secretario de estado -de cultura- y nuestro «presudoanfitrión». Evidentemente son los dos últimos puestos.
La opción de esta edición ha sido anteponer al rector y cerrar con el secretario de estado. Pero basta echarle un ojo a las fotos de otros años para ver que criterios hay muchos: quitando los seis primeros puestos de esa mesa, el resto son filigrana política.
2006
Al rector se le ve siempre muy bien porqye lleva los atributos propios de su cargo.
¿Esto ha sido así siempre?
No: en 1996, además, la mesa se les quedó chica.