El vigilante de la torre
En España la tradición de los serenos, aunque prácticamente perdida, es una de las más recordadas por nuestros mayores -¡y por los no tan mayores!-. El oficio desapareció en Madrid en 1986. La figura de un hombre con el guardapolvos del uniforme, aunque siempre muy abrigado, con una garrota –el chuzo– y los manojos de llaves tintineando bajo el gabán que abrían los portales a los noctámbulos era típica de las calles. Se les avisaba dando palmas al grito de: “¡serenoooo”! y contestaban con una voz o haciendo sonar el chuzo golpeándolo contra el suelo. Proporcionaban seguridad. Además de la garrota, llevaban un silbato para dar la alarma si hacía falta.
El cuerpo de serenos se remonta a la época de Carlos III en España. En otros países también cuentan con cuerpos similares de vigilancia nocturna cuyos orígenes están en la Edad Media. Avisaban de incendios, ayudaban a quien solicitara ayuda, incluso en algunos países daba la hora y el tiempo.
Serenos vigilantes
Aunque nos parezca extraño aún quedan. Y nosotros nos hemos fijado en uno. El de la catedral gótica de Lausana en Suiza. Puede parecer contradictorio según se mire: un país europeo, moderno y muy desarrollado. Una catedral, que tendrá sistemas de seguridad como en todos los edificios monumentales. ¿Necesita un sereno o un vigilante?
Necesitar, necesitar…¡puede que no! Pero mantener una tradición parece ser que si. La defensa de esta figura en el centro histórico es un hecho y un reclamo turístico del que los habitantes de la ciudad están muy orgullosos. Desde 1405 la catedral tiene un vigilante. Subido a los 75 metros de altura que tiene la torre avisa de posibles incendios y da la hora con la campana. ¡En el país de los relojes! Y no es el único: por las calles patrulla el compañero de a pie y en otras iglesias cuentan con la misma figura.
Dados los avances tecnológicos, cabría pensar que ya es momento de jubilarle: las campanas funcionan como un reloj y hasta se puede informatizar el horario. La sirena contra incendios funciona desde 1907… ¡pero el vigilante no se bajó de la torre ni durante la II Guerra Mundial!
En 1960 se pensó que ya le había llegado la hora. Pero fue tal el rechazo a la medida por parte de los vecinos y tal el bombardeo y la presión sobre las autoridades, que desistieron. Así pues, aún hoy sigue cantando las horas en punto desde las diez de la noche y hasta las dos de la madrugada. Todos los días del año (aunque como es de rigor, tiene ocho sustitutos) al grito de:
«Hört, ihr Leut’ und lasst euch sagen, die Uhr, die hat zehn geschlagen…».
Evidentemente, y dado que se ha mantenido para lustre de la ciudad, la torre se ilumina muy especialmente durante los veinte minutos que dura el anuncio. ¡Puede verse desde muchos puntos de Lausana.
Aunque está en alemán: aquí le tenéis.
(Fotos: sereno; vigilante y su campana)