Elf on the shelf: el duende en el estante

Elf on the shelf: el duende en el estante

Elf on the shelf: el duende en el estante

Dado que, como os hemos amenazado ya, diciembre es mes de muchas tradiciones, vamos a dedicarle hoy la entrada a la del Elf on the shelf. (El duende en el estante). Es la historia del duende que cada día espera a los niños en algún lugar de sus casa para ver qué están haciendo y una antigua tradición norteamericana, que como casi todas en los Estados Unidos es un filón comercial… La tradición original la plasmaron en un libro Carol Aebersold y su hija Chanda Bell. Publicaron en 2004/5, y con financiación propia, un cuento ilustrado (por Coë Steinwart) para niños en el que se narra la historia de este duende. El cuento, que se vendía, y se sigue vendiendo, en una bonita caja de regalo, se completa con una figura del duende. Es un conjunto irresistible alrededor del cual hay ya toda una parafernalia de muñecos, cuentos, productos alusivos, calendarios, merchandising..

  

¿Quién es ese duende?

El duende vive en el Polo Norte con Santa (Papá Noel).  Durante todo el año le ayuda a preparar la Navidad. Pero tiene una misión muy especial cuando llega la fecha. Pasada la fiesta de Acción de Gracias baja desde el Polo y se cuela en las casas. Es el encargado de comprobar cómo se están comportando los niños para ir a contárselo a Santa y que éste decida si se merecen los regalos que les llevará en Nochebuena y que colocará debajo del árbol. Va y viene a diario con sus mensajes y a su vuelta se esconde en un lugar diferente de la casa para poder espiar y escudriñar todos sus rincones.

¿Dónde está el duende?

El duende se esconde en los sitios más insospechados: ¡se trata de pillar al niño haciendo una travesura! Por eso, en cuanto se levantan de la cama, los niños le buscan por toda la casa. ¡Hay que encontrarle para saber desde qué sitio les va a estar vigilando. A veces deja pistas y un reguero de nieve o de purpurina ayuda a saber dónde se ha podido meter.
Los duendes son, como todos los duendes, algo revoltosos y les gusta hacer bromas. Les esconde las zapatillas, les mueve los juguetes de sitio, deja manchas de pasta de dientes en el baño…¡incluso puede pintarles un bigote mientras duermen! Pero hacen su trabajo con mucha profesionalidad: aconsejan si se tienen dudas de comportamiento y se les puede preguntar cualquier detalle que les angustie. Para ello, vale escribir una nota o una pequeña carta a su nombre y dejarla en un lugar visible. El duende la recoge por la noche y a la mañana siguiente devuelve la contestación.

¿El duende tiene nombre?

No. Y es algo importante que todo niño tiene que hacer. Ponerle nombre: desde Manolete a Luna Llena… Hay listas con nombres adecuados para un duende o una duende, donde se puede elegir el que más guste, pero cada niño es un mundo y muchos ya lo tienen decidido antes de encontrarle en casa.
¡Ah! Y al duende no se le puede echar la mano encima: no se toca. ¡Pierde la magia!
Si os interesa el cuento, no hay problema: aquí está el enlace.
Gracias a Pilar Sánchez Dalac que nos contó la historia y me prestó sus fotos.
Gracias a María Gómez Requejo, que nos facilitó la documentación
(Fotos: calendario (Country Living Magazine); nevera (Pilar Sánchez Dalac); portada del cuento (Wikipedia); caja regalo; lista de nombres)