
La capilla ardiente
Al hilo del terrible accidente del Alvia en Galicia hemos repasado en este blog algunos actos que se organizan cuando fallece alguna personalidad, alta autoridad del estado, presidentes o ex presidentes, o cuando se trata de grandes tragedias nacionales: banderas de luto, declaración oficial del luto, funeral de estado o funeral oficial. Vamos a ver hoy qué es y cómo se puede organizar una capilla ardiente.
En muchos sitios también se llama velatorio y sobre costumbres al respecto no vamos a hablar: cada pueblo, cada familia, tiene su forma y manera de despedirse de sus seres queridos, que es para lo que se organizan estas capillas ardientes: expresar personalmente el pésame. Sólo trataremos las capillas ardientes oficiales.
Si el fallecido es alguna alta autoridad o un representante de institución del estado, la capilla ardiente suele instalarse en la sede de dicha entidad. El pésame lo reciben tanto la familia como los máximos representantes de la institución.
Elementos de la capilla ardiente
Libro de firmas y esquela: se debe habilitar un libro de firmas en un lugar accesible para que dejen testimonio de su pésame todas las personas que deseen expresarlo por escrito. Además, se coloca la esquela o cualquier otro tipo de aviso del fallecimiento tanto en la puerta principal, como en todas las de otros edificios dependientes de la entidad en cuestión.
Es conveniente reservar junto al lugar donde se haya instalado la capilla ardiente, una sala o espacio reservado exclusivamente para los familiares directos: hay que tratar de garantizar la mayor intimidad posible para algunos momentos más difíciles, para que puedan descansar o para dejar sus objetos personales. Tiene que estar acondicionada para el uso que se le va a dar: sillas y sofás, aguas, acceso a los aseos, etc.
El féretro se colocará sobre un catafalco o armazón en alto, que se forra de tela negra, aunque ya casi siempre se prefiere telas nobles de color rojo o granate. El ataúd mirando hacia la puerta de acceso del público. La colocación o no de un crucifijo depende de las creencias o de la voluntad de su familia directa. Antes se situaban velones, pero esa es una costumbre que en muchos sitios está en desuso.
También se deben poner sillas en torno al féretro para los familiares, autoridades y visitantes ilustres. Se sitúan a una distancia prudencial que permita el paso de los asistentes: a la izquierda del ataúd, la familia; a la derecha, los anfitriones o miembros de la institución que acoje la capilla.
Condecoraciones: si el fallecido tuviera condecoraciones, éstas se colocan sobre el féretro o, mejor, y si es posible, en un escabel o mesa baja situado a los pies y sobre un cojín negro/rojo. Si se le hubiesen otorgado como consecuencia del fallecimiento, se colocarían sobre el féretro (y por encima de la bandera si la hubiera).
Las flores y coronas: suelen ser muchas, por lo que hay que partir de la base de que todas no se van a poder exponer en la sala principal. Lo adecuado es que en esta sala se disponga alguna corona familiar a los pies del féretro y la institucional, a la cabecera. Entre las demás, se escogen cinco o seis entre las más significativas (gobierno, sus compañeros, ayuntamientos, instituciones…) que se colocan alrededor. Cualquier otro ramo o corona es mejor dejarla en salas o pasillos cercanos hasta que se traslade el féretro al cementerio.