
¿Las gafas me las quito o me las pongo?
Aunque las gafas de sol no sean una prenda, en el más estricto sentido de la palabra, si es una pieza de uso cada vez más habitual. Por necesidad y por moda. Pocos complementos se sustraen ya la efecto de las tendencias de los diseñadores. ¡Y menos uno, como éste, que es lo que más salta a la vista!
Al hilo de este comentario, reconocemos que es bastante frecuente que nos pregunten por el «protocolo» de las gafas. Ya. Ya sabemos que eso no existe. Puestos a llevar lo absurdo hasta el extremo, el protocolo del uso de las gafas sería algo así como:
-buscar la funda de las gafas (bolso, chaqueta, cajón, armario…)
-abrir dicha funda
-tomar las gafas con cuidado, sin poner los dedos en los cristales para que no se manchen y extraer de la funda
-colocarlas sobre el puente de la nariz, ajustando bien la patilla a la oreja
-nota: si es usted muy despistado, utilice cordones -de patilla a patilla- y cuélgueselas del cuello
¿Cuando se ponen o se quitan las gafas?
Pero, mucho nos tememos que esa no era la pregunta. Que la cosa va más sobre cuando se ponen y cuando no. ¿No es cierto?
En ese caso, tiraremos de lo que se llamaban reglas de urbanidad y de buena educación y añadamos que:
- No se llevan en sitios cerrados, de interior, salvo que se sufra alguna afección ocular que lo obligue;
- Nos las quitaremos cuando iniciemos una conversación con alguien o cuando nos presenten a una persona y las llevemos puestas;
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No se lucen cuando se viste de etiqueta;
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Y, por supuesto, ni se ponen sobre la mesa en un restaurante, ni a modo de diadema, ni se juega con ella, ni se deben colgar de la ropa.
Audrey Hepburn en Desayuno con Diamantes luce el modelo Manhattan de Oliver Goldsmith.