¡Las manitas quietas que van al pan…!
Hemos visto alguna vez lo mucho que dicen de nosotros nuestros gestos. Intentar dominar el lenguaje corporal es importante para aquellos que tienen presencia pública: especialmente, los políticos. Y especialmente, sus manos. De entre lo mucho que expresamos con nuestro cuerpo, aquello que transmitimos con las manos es, probablemente, lo más notorio. Ejemplos que siempre se ponen para explicar lo importante que es saber manejarlas son:
-las manos cubriendo la cara o la boca, como hace un niño cuando escucha o cuenta una mentira y se la tapa con sus manos, y que también significa lo mismo en los mayores;
-los dedos tocando la nariz o los labios que no son más que la evolución del gesto del niño y por lo tanto tienen el mismo significado;
-introducir los dedos en la boca, que evidentemente demuestra que esa persona se siente insegura;
-rascarse el cuello o bajo el lóbulo de la oreja, que indica incertidumbre, lo que, curiosamente, muchas veces contradice al mensaje verbal;
-mantener la mano sosteniendo la cabeza que puede denotar interés o aburrimiento, y aunque pueda parecer bastante evidente, la fuerza con la que el brazo sujete la cabeza marca la diferencia;
- el gesto de pasarse los dedos por el cuello de la camisa cuando nos sentimos ahogados por la tensión de la situación, que es muy evidente.
Son ejemplos sencillos, pero que conviene repensar, porque lo que tampoco cabe duda es que saber mover las manos ayuda a recalcar y apoyar el mensaje que estemos transmitiendo.
En general, conviene recordar que se debe evitar:
-moverlas en exceso
-dejarlas inmóviles
-ponerlas detrás del cuerpo o “en jarras”
-cruzar los brazos
-taparse la boca o la cara
-o meterlas en los bolsillos (salvo en ambientes muy relajados).
Para completar la explicación, nada como este enlace: ¡ha sido el que ha inspirado esta entrada!
http://politica.elpais.com/politica/2013/11/08/album-02/1383949321_146235.html