¡Probando, probando! ¡Uno, dos, uno, dos!

Pocos actos hay hoy en los que no haya, al menos, algo que probar: cuando no es un portátil para una presentación, es un mando para pasar las diapositivas o un pen drive que necesite cargarse en el ordenador disponible, o como poco, como poco, probar el sonido de los micrófonos. No hace falta decir que es importantísimo reservar un tiempo para comprobar estos extremos, porque llegado el momento, si no funcionan los dispositivos, ni no hay sonido, o si la luz es mala, el organizador del acto es el responsable.

20130227-201909.jpg