Esta mañana nos hemos desayunado con dos noticias que se supone son de nuestro territorio: el de protocolo. Pero para variar y una vez más, no tienen nada que ver con la realidad. Una sobre el peinado de doña Letizia y otra sobre recortes.
Vamos al peinado:
«Siempre he sido muy partidaria de su imagen porque está muy pegada a la actualidad, en términos de peinado le ha quitado mucho volumen, mucho protocolo a su ‘look’ y lo sigue haciendo.»
Y a los recortes de Hacienda:
«Hacienda no ahorra en protocolo
El ministerio aumentó en un año sus gastos en representación de altos cargos aunque el Gobierno ha reducido la cantidad global».
Por el simple hecho de que el peinado de la reina Letizia y las cuentas de Hacienda no tienen nada en común, deberíamos tener ya claro que ninguna de las dos tampoco tienen nada que ver con protocolo.
El protocolo es una disciplina, una serie de normas y técnicas que aplicamos allí donde hay personas, convivencia y espacios comunes. No manda. Apoya, ayuda, canaliza… No se vende por trozos, no se puede meter en un balance, no se puede medir con euros. Es mucho más una cuestión de piel, si es que hubiera que «colocarlo» de alguna manera.
Los peinados de la reina son de su incumbencia y entran dentro de su ámbito particular. Si se estira un poco, podríamos meterlo dentro del saco «imagen personal» pero no tiene nada que ver con protocolo y si los políticos siguen confundiendo gastos de representación o atenciones…. ¡mal futuro para los protocoleros, pues justo en sus instituciones varias es donde el protocolo tiene su campo de actuación más genuino!
8 Comments
Reblogueó esto en PROTOCOL BLOGGERS POINT.
Marita, gracias por este blog. En efecto, protocolo no tiene nada que ver con el peinado de la Reina Letizia. Pero entiendo la confusión con los gastos de representación. En el organismo internacional en el que trabajé en Washington, DC por 32 años, la administración de gastos de representación en la sede estaba a cargo de la Oficina de Protocolo. Por un lado, la Oficina de Protocolo administraba los Comedores Ejecutivos de la institución, asegurando la aplicación de las políticas administrativas internas, pero muy en especial la aplicación de las reglas de protocolo por el alto nivel de los usuarios y la naturaleza de los eventos oficiales. Y por otro, era el presupuesto de Gastos de Representación el que financiaba todos los gastos vinculados a las visitas de Jefes de Estado, altos funcionarios de Gobierno, específicamente almuerzos, cenas, recepciones. Esa misma cuenta de Gastos de Representación también cubría costos de cualquier otra actividad protocolar, como obsequios institucionales para los intercambios de regalos, placas y diplomas de reconocimiento para distintas ceremonias y otros. Lo triste de todo es que con el tiempo y debido a estas responsabilidades de gastos de representación adjudicadas a la Oficina de Protocolo, había una tendencia general de relacionar protocolo con comida, lo cual nos daba mucha frustración a los funcionarios del despacho de protocolo. Por ese motivo, y para distanciarnos de ese concepto se eliminó la terminología ¨eventos sociales¨ y la palabra ¨hospitalidad¨. Complicado, verdad? Pero las personas que conocían del protocolo, no solamente reconocían la labor sino que también la valoraban. Y siempre mantuvimos una relación muy cordial con las contrapartes de protocolo de los 48 países miembros de la institución. Muy acertado el blog para despertar conciencia, y en efecto, los gastos de representación no tienen nada que ver con protocolo.
Hola Araceli: hemos estado un poco liados con las jornadas de Yecla, pero no queremos dejar de ponerte un par de líneas. Si, el problema es la confusión: la confusión entre protocolo y gastos de representación es muy grande y por eso nosotros lo comentamos tantas veces. Hay que explicarlo constantemente para intentar que no se caiga una y otra vez en el error. Seguiremos con ello y tu comentario nos ha dado una idea. Lo explicaremos en otra entrada específica. Estamos en ello. Muchas, muchísimas gracias por seguirnos y por participar. Un saludo!
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