Saludos y discursos
Andábamos la otra tarde trabajando en una intervención de un alto cargo cuando al amanuense -o escriba- encargado de redactarla le asaltó la duda de cómo iniciar el discurso. Evidentemente, saludando. Si. Pero, ¿cómo? ¿Con tratamiento? ¿A cuántos? De esa consulta y de sus dudas parte el post de hoy, porque, parece una duda menor, pero ante la hoja en blanco …¡crece!
Saludos
Al iniciar un discurso -intervención o parlamento, que hay varias formas de llamarlo- lo primero es saludar a las personas que nos van a escuchar. Si es el anfitrión del acto quien inicia la tanda de intervenciones, además, dará la bienvenida a los asistentes y agradecerá su participación en el acto que sea. Si se trata de un segundo o tercer orador, saludar es obvio que si. Dar la bienvenida, ya no.
¿Cómo se saluda? Lo primero que hay que tener claro es, por una lado, qué autoridades están entre el público. Serán las primeras en el orden de los saludos. Y habrá que calibrar hasta que nivel se les menciona uno a una. No puede ser que este arranque o inicio de la intervención sea más largo que el contenido de la misma. Después -y en función del acto- habrá que ver qué otras menciones son obligadas.
Para dirigirnos a estas personas, durante mucho tiempo se ha utilizado su tratamiento. El que le correspondiera por su cargo. Pero desde hace ya tiempo se ha dejado de hacer. Por un lado porque el acuerdo de Buen Gobierno del año 2005 acabó imponiéndose:
“APU 517/2005: Art. III 8. El tratamiento oficial de carácter protocolario de los miembros del Gobierno y de los altos cargos será el de señor/señora, seguido de la denominación del cargo, empleo o rango correspondiente“.
..a pesar de haber sido derogado posteriormente por
“Ley 3/2015, de 30 de marzo, reguladora del ejercicio del alto cargo de la Administración General del Estado“
y la pérdida de costumbre cuesta remontarla. Atinar con el tratamiento es arduo para muchas personas. Pero también porque se tiende a aligerar esta parte de un discurso para poner el foco en su contenido. Hay una tercera causa. En los últimos tiempos se ha dejado de citar a la persona por su nombre: se cita el cargo. Especialmente en los discursos institucionales. Detrás de esta forma subyace la idea de resaltar la institución y no a la persona que ocupa el cargo en ella: la primera permanece; la segunda cambia constantemente.
Además, una cosa es el tratamiento de la persona y otra, la forma de dirigirse a ella por escrito o verbalmente. El ejemplo más sencillo es el del Rey: Su Majestad el Rey, pero al iniciar el saludo en un discurso, simplemente Majestad. El presidente del Gobierno o los ministros son excelentísimos señores, pero para saludarles al inicio de un discurso se utiliza presidente y ministro. Sin más. Eso sí, dirigiendo la mirada a ellos. Estarán en la primera fila: ¡seguro!
Después de saludar a los “cabezas de lista”, y para no cargar esta parte, lo habitual es continuar con un “autoridades, señoras y señores”. O al gusto de cada uno: “amigos y amigas”, “todos y todas”… Como el protocolo no manda, no vamos a ponernos nosotros a mandar.
Discursos
Es el anfitrión del acto quien decide quienes tienen que intervenir en el mismo. Es importante que le de unas vueltas para que luzcan: no deben ser muchas -aburren pasados unos minutos y se pierde atención-, no deben ser largos y no se pautan a voleo. Hay un orden. ¡Estamos en protocolo! Ordenar es nuestro lema. Se ordenan de menor a mayor cargo o precedencia personal de las personas que tienen que hablar. Es decir, cierra el orden de intervenciones la autoridad de mayor rango.
Como hemos comentado al principio del post, el anfitrión inicia el acto con el saludo, la bienvenida y una sencilla explicación del asunto motivo del acto. Luego puede ir dando la palabra y presentando a los siguientes oradores o utilizar la figura de un presentador o relator, que haga esta misma función. Incluido el inicio del acto dando la palabra al anfitrión.
Siempre hay que despedirse. Por ello, o bien el anfitrión da por concluido el acto -frase y media a la que se puede añadir que se invita a un vino español o a un cóctel- o bien es el presentador/relator quien asume este final.