Bautizo de los «Enfants Princiers» (@FerArOt)

Este fin de semana pasado se ha bautizado en Mónaco a los mellizos de AlbertoII, Príncipe de Mónaco. Crónicas hay varias y las podéis leer en la recopilación diaria que se publica en Protocol Bloggers Point. Pero nosotros queremos, especialmente, resaltar la publicada por Fernando Ares en su blog My Fer Lady y que -al no poder rebloggear por cuestiones técnicas- copiamos con su permiso.
Para los interesados en la familia Grimaldi, este es el enlace a la entrada que sobre la Casa Grimaldi ya publicamos en el blog en agosto de 2013:

//protocoloalavista.com/2013/08/12/nunca-esta-de-mas-saber-la-casa-grimaldi/

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Hacía 56 años que no se bautizaba a un heredero al trono de Mónaco. Pero ya se vuelve a poner el cronómetro en marcha, porque hace una horas ha tenido lugar en la Catedral monegasca, no uno, sino dos bautizos, en la misma ceremonia, eso sí. Sus Altezas Serenísimas el Príncipe Heredero Jacques y su hermana la Princesa Gabriella han recibido ese Sacramento en una soleada mañana, y así han sido los pasos seguidos.

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Interior de la Catedral y adorno floral conjunto para Jacques y Gabriella

Desde primeras horas de la mañana accedían al templo los invitados, reservando sitio de honor a cada lado del altar para la familia Grimaldi (que ocuparía el lado del Evangelio) y para los Príncipes de Mónaco y los padrinos de los principescos mellizos (que tomaron lugar en el lado de la Epístola).

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S.A.R. la Princesa Carolina y S.A.S. la Princesa Estefanía llegando a la Catedral acompañadas de sus respectivos hijos

Sobre las 10:20 de la mañana hacían su llegada S.A.R. la Princesa Carolina y sus hijos, seguida pocos instantes después de S.A.S. la Princesa Estefanía, también acompañada de su progenie. Mientras que la primogénita de Rainiero y Gracia llevaba pamela y traje corto, su hermana menor optó por un vestido quizá demasiado juvenil y veraniego, dadas las circunstancias. Por precedencia, se sentaron la Princesa Carolina, la Princesa Estefanía, Andrea Casiraghi y Pierre Casiraghi. En segunda fila, por orden de sucesión al trono monegasco, S.A.R. la Princesa Alejandra de Hannover y sus primos hermanos los hijos de Estefanía: Louis y Pauline Ducruet y Camille Gottlieb.

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Baptisterio

Junto a la puerta lateral de la Catedral, la «Porte de Saint-Nicholas», esperaban los padrinos y el Arzobispo de Mónaco, el Excmo. y Rvdmo. Sr. Bernard César Augustin Barsi, para recibir a la Familia Real. Primero llegaron los principitos acompañados de sus ayas. No se puede callar el atuendo de éstas. A mi modo de ver, ni el peinado ni el tocado estaban a la altura de unos personajes que van a jugar un papel en la ceremonia, ocupándose de los bebés justo detrás de los Príncipes de Mónaco.

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Los padrinos y ministros concelebrantes, esperando la llegada de la Familia Real en la Puerta de San Nicolás.

Pasadas las 10:40 salió del Palais Princier el coche oficial que llevó a SS.AA.SS. los Príncipes Alberto II y Charlene de Mónaco hasta la Catedral, donde cogieron en brazos a sus hijos y, tras saludar a los padrinos y a los ministros concelebrantes, tuvo lugar la primera parte del rito bautismal.

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Tras la primera parte del rito bautismal, acceden a la Catedral.

El Arzobispo les preguntó: «¿Cómo vais a llamar a vuestros hijos?», a lo que ellos respondieron: «Jacques y Gabriella». Nuevamente el Arzobispo: «¿Y qué pedís para Jacques y Gabriella de la Iglesia de Dios?», y en respuesta: «El Bautismo». Dicho esto, y tras recordar a padres y padrinos la obligación de educar a los niños en la fe católica, procedieron a la signación (hacer la Señal de la Cruz sobre la frente de cada niño). Acto seguido, entraron en la Catedral y ocuparon sus asientos junto al altar, donde estaba un hermoso baptisterio con una talla representando el Bautizo de Jesús por Juan en el río Jordán.

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Tras las lecturas y la homilía, preparados para el bautismo

Por extraña precedencia, S.A.S. la Princesa Charlene ocupó el puesto de más rango con su hijo Jacques en brazos y detrás de ella los padrinos de éste: Diane de Polignac Nigra, prima de Alberto II por parte del Príncipe Rainiero, y Christopher Le Vine Jr, también primo de aquél, pero por parte de la Princesa Gracia. A su lado, con la Princesa Gabriella en el regazo, Alberto II y detrás los padrinos de la pequeña: Nerine Pienaar, esposa del famoso capitán de la selección sudafricana de rugby y amigo de Nelson Mandela, y Gareth Wittstock, hermano de la Princesa Charlene.

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Tras el bautismo por ablución de Jacques y Gabriella, el Arzobispo enunció: «Vous êtes maintenant baptisés» («Ahora estáis bautizados»)

La Primera Lectura, leída por Andrea Casiraghi, el salmo cantado por el coro de la Catedral y el Evangelio según San Juan, completaron la liturgia de la Palabra. Tras la homilía y la oración de los fieles, leída por la madrina del Príncipe Jacques, terminaba con la Letanía de los Santos en su versión breve, también interpretada por el coro, esta parte, y empezaba la del bautismo en sí.

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Unción del crisma y encendido de las velas que portaban los padrinos

Todos en pie, se procedió a la bendición del agua y después, al ser exhortados a ello por el Arzobispo, los padres y padrinos renunciaron a Satanás e hicieron profesión de fe en nombre de los principitos. Luego, fueron bautizados, primero Jacques Honoré Rainier y luego Gabriella Thérèse Marie.

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Actas de Bautismo y registro eclesiástico

Tras la unción del crisma bautismal por parte de Arzobispo, padres y padrinos, y encender una vela por cada niño con el fuego del cirio pascual, se retomó la parte eucarística. Momento especial el de la paz, donde las Princesas Carolina y Estefanía lanzaron sendos besos a su hermano, que los «recogió» entre sus manos. Para finalizar, mensaje de Su Santidad el Papa Francisco leído por el Nuncio Luigi Travaglino, y bendición apostólica por el Arzobispo de Mónaco.

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Los Príncipes de Mónaco, firmando las actas. La Princesa lleva miniatura como Dama Gran Cruz de la Orden de San Carlos.

Terminada la ceremonia, los invitados y eclesiásticos abandonaron el templo. Sólo quedaron junto al altar la familia Grimaldi, los Príncipes de Mónaco, los Padrinos, y el Arzobispo, para firmar las actas de bautismo de cada principito. Primero, firmaron la del Príncipe Heredero Jacques y después la de la Princesa Gabriella.

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Tras la foto oficial, la Familia Real sale del templo ya vacío hacia la escalinata principal, para mostrar al pueblo a los «Enfants Princiers»

Tras las fotos oficiales junto al sitial episcopal, la familia se encaminó a la puerta principal de la Catedral para presentar a los niños ya bautizados al pueblo monegasco. Pronto los retiraron del sol (y pienso que también influyó una pequeña indisposición del Príncipe Heredero) y las ayas los llevaron al Palais Princier mientras sus padres y demás miembros de la familia presenciaban desde la escalinata una danza típica de Mónaco.

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La concurrencia recibió con vítores y aplausos a los Príncipes de Mónaco, al Príncipe Heredero y a la Princesa.

Como última etapa, los Príncipes de Mónaco se dirigieron a pie al Palais Princier y aprovecharon para saludar a los monegascos que se acercaron a vivir en primera persona esta celebración, la cual aguantaron estoicamente los principitos sin llorar ni refunfuñar. Al contrario, más bien parece que S.A.S. el Marqués de Baux y S.A.S. la Condesa de Carladès tienen muy buen carácter.

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Tras una nueva foto con toda la familia, los Príncipes fueron a pie hasta el Palais Princier
y aprovecharon para saludar a los monegascos que se habían acercado hasta la Catedral

Una ceremonia tradicional en un Mónaco atestado de banderas y globos azules y rosas en honor de los mellizos, marcada por las pautas de la liturgia, como es natural, y por las necesidades más oficiales o administrativas como la de firmar las actas bautismales. Y gracias a los gestos y sonrisas de los dos protagonistas, muy llevadera. Y las salvas de honor disparadas cada treinta minutos le dieron ese toque de real solemnidad tan necesario, toda vez que es una ceremonia que atañe al heredero al trono.

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La nota familiar, las hermanas lanzando besos a Alberto II en el rito de la paz, y los principitos divirtiéndose con sus ayas (atención a la guisa) y su madre.

Como siempre, en el medio está la virtud.