¿Te abandona el protocolo?
Nunca: ¡va con nosotros y nuestros seguidores a todas partes! Pero los que a veces nos dejan tirados son los invitados: esos sí que nos dan unos disgustos….
Éstas, como habréis supuesto, son las dos entradas más vistas esta semana. En “¿Cómo que el protocolo no sirve para nada?” reflexionamos sobre la utilidad de las herramientas que ofrece el protocolo moderno como potente forma de comunicar. Sus técnicas para ordenar grupos o para organizar movimientos en los espacios son estupendas para escenificar cualquier acto. Es lo que hemos llamado “el protocolo al servicio del poder”. Y es lo que ilustramos con una foto semi aérea de la toma de posesión del Primer Ministro de la India. Cuatro mil personas perfectamente colocadas para dar realce y solemnidad a la jura.
http://protocoloalavista.com/2014/05/29/como-que-el-protocolo-no-sirve-para-nada/
Angela Merkel recibe a Putin: otra gran toma aérea para apreciar las virtudes de una buena organización protocolaria
La segunda entrada sonó un poco a lamento. Si: después de todo el trabajo que supone organizar un acto, llega el día “D” y los invitados fallan. Hablamos de la (mala) costumbre tan en boga hoy -antes se diría que era una falta de educación o de consideración- de “ir sin avisar” o de “avisar y no ir” pero, aunque eso sea cierto, algo de autocrítica deberíamos hacer. Para empezar, a lo mejor las listas de invitados no están bien. Es decir, conviene pensar para cada acto quiénes con los “invitados objetivo”. Es más difícil que fallen si les interesa el evento al que han sido invitados. Y también deberíamos darle unas vueltas a la necesidad o no de protocolizar las salas desde la última a la primera silla. Técnicas hay para reservar asientos. ¡Qué las grandes calvas se notan por mucho que estiremos el poco pelo que tenemos!
http://protocoloalavista.com/2014/05/30/cuando-los-invitados-te-abandonan/