De 1066 a nuestros días: la coronación de los reyes británicos (II)

De 1066 a nuestros días: la coronación de los reyes británicos (II)

La ceremonia de coronación de los reyes británicos está llena de simbología y resume años de historia de sus monarcas. En esta primera entrada, veremos la parte principal de la misma: juramento, unción y coronación. En posteriores entradas hablaremos de la indumentaria y otros detalles que le dan la solemnidad que tiene. Para empezar, subámonos a la carroza para ir a la Abadía.

Esperan  al rey a la entrada oeste de la abadía la comitiva formada por los miembros del clero que asistirán al Arzobispo. Atravesarán la nave central y el coro y subirán hasta el lugar en el que se haya dispuesto el trono, al sur del altar. Al pasar ante él, el rey saludará. Luego se arrodillará en un reclinatorio situado a un lado, rezará algunas oraciones y tomará asiento.

Postal inglesa de 1953
Los obispos traerán la Biblia, la patena y el cáliz y los depositarán sobre el altar. Se acercarán después los lores que traen la Regalía, excepto los que llevan las espadas,  y presentarán al Arzobispo las piezas que trae cada uno. De ellas se hace cargo el Deán de la abadía que las colocará también sobre el altar.
Los invitados permanecerán en pie durante todo el tiempo  hasta la comunión.

Reconocimiento y juramento en la coronación

El monarca se pone en pie y se acerca hasta un grupo formado por el Rey de Armas de la Orden de la Jarretera (Garter King of Arms), el Arzobispo de Canterbury, el Lord Canciller (Lord Chancellor), el Lord Gran Chambelán (Lord Great Chamberlain), el Lord Alto Condestable (Lord High Constable) y el Earl Marshal. El monarca se girará mirando hacia los cuatro puntos cardinales de la Abadía y el Arzobispo  preguntará a los asistentes, si reconocen al soberano con las siguientes palabras:

«Señores, les presento a (nombre), su rey indiscutido. Por tanto, todos los que han venido este día a prestarle vasallaje y servicio ¿están dispuestos a hacerlo?»

Sirs, I here present unto you
Queen ELIZABETH,
your undoubted Queen:
Wherefore all you who are come this day
to do your homage and service,
Are you willing to do the same?

(Coronación de Isabel II)

Los asistentes le aclaman entonces  gritando Dios Salve al Rey y en la abadía resuenan las trompetas, mientras el monarca vuelve a su asiento. Entonces, el Arzobispo se dirige al monarca a tomarle juramento. La ley del Juramento obliga a que éste “prometa y jure gobernar al pueblo de este reino de Inglaterra y sus dominios de conformidad con lo regulado en los Estatutos aprobados por el Parlamento y con las leyes y costumbres del mismo», aunque este texto se ha modificado en varias ocasiones. De hecho, la fórmula utilizada en la coronación de Isabel II fue la siguiente:

Arzobispo de Canterbury:
¿Promete y jura gobernar los pueblos del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, la Unión de Sudáfrica, Pakistán y Ceilán, así como sus posesiones y demás territorios pertenecientes a cualquiera de ellos de acuerdo con sus respectivas leyes y costumbres?
Isabel II:
Lo prometo solemnemente
Arzobispo de Canterbury:
¿Y procurar, en la extensión de su poder, que todos sus juicios estén presididos por la Ley, la Justicia y la Misericordia?
Isabel II:
Sí.
Arzobispo de Canterbury:
¿Mantendrá con todo su poder las leyes de Dios y la verdadera profesión del Evangelio? ¿Mantendrá en el Reino Unido la religión protestante reformada establecida por la ley? ¿Mantendrá y preservará la Iglesia de Inglaterra, su doctrina, culto, disciplina y gobierno tal como establece la ley? ¿Y preservará a los obispos y clérigos de Inglaterra y a las iglesias a su cargo todos los derechos y privilegios que por ley les están reconocidos?
Isabel II:
Lo prometo. Todo lo que hasta aquí he prometido lo cumpliré y guardaré con la ayuda de Dios.
Juramento

Después se pone en pie, y precedido por  la Espada de Estado, se acerca al altar y de rodillas, jura sobre la Biblia, con la mano derecha sobre los Evangelios, cumplir con lo expresado anteriormente. Se le acerca el documento de aceptación y lo firma.

Firma

Tras besar la Biblia vuelve al trono.

La unción y la coronación

Ha llegado el momento de la unción: el rey, precedido de la Espada de Estado portada por un caballero, se dirige al trono de San Eduardo. Esta pieza medieval  («St. Edward’s Chair»), encargado por el rey Eduardo I en 1296, tiene un hueco bajo el asiento en el que se colocó la Piedra de la Coronación, Stone of Scone o  Piedra del Destino  arrebatada por este rey a los escoceses y que se usaba en sus coronaciones. Ha permanecido custodiada siempre en la Abadía hasta 1996 cuando se acordó devolverla para ser exhibida al público al Castillo de Edimburgo. Cuando vuelva  a ser necesaria, se devolverá a Londres para una nueva coronación.

Piedra de la Coronación
Cuatro caballeros de la Orden de la Jarretera esperan a que se siente para extender un palio para la unción. Esta parte de la ceremonia tiene un enorme significado religioso y privado. De hecho, en la coronación de Isabel II en 1953, la BBC no lo retransmitió.

palio

Pero, en ella, el deán toma la ampolla del óleo consagrado y lo vierte en una cuchara –que tiene forma de águila y que es la única pieza medieval que ha sobrevivido- y unge al monarca en las manos, la cabeza y el pecho. Después, el Arzobispo bendice al soberano.
Supertunica

Antes de continuar, el rey se viste con el colobium sindonis o túnica del sudario y encima se pone la supertúnica, pieza larga de seda dorada. Después se sienta en el trono para recibir del  Lord Gran Chambelán las espuelas, símbolo de la caballería, y del arzobispo de Canterbury, y  asistido por otros obispos, la Espada del Estado, que después devuelve para que se coloque sobre el altar.

Orbe
Cetro del Soberano

De nuevo en pie recibe la estola real, que dos damas ayudan a poner sobre sus hombros, y el manto real, así como varias joyas de la corona. Primero, el orbe coronado por una cruz que representa el dominio de Jesús de Nazareth sobre el mundo; luego el anillo, que simboliza el matrimonio de la monarquía con la nación y, finalmente, el “Cetro de la Paloma”, representación del Espíritu Santo y el “Cetro de la Cruz”, que lleva incrustado el diamante “Cullinan». Se acerca el arzobispo. El soberano sujeta un cetro en cada mano.  El arzobispo lleva la corona de San Eduardo entre sus manos. La eleva y solemnemente la coloca sobre la cabeza del rey.
Coronación Isabel II

Dios salve al rey” atruena en la Abadía y los cañones de la Torre de Londres empiezan a disparar las salvas de honor.