Entrega de cartas credenciales en la Santa Sede
La entrega de las cartas credenciales en la Santa Sede
La ceremonia de entrega de cartas credenciales siempre es muy vistosa. Cuando un embajador llega a su nuevo destino una de las primeras citas es la de acreditarse. Todos y en todos los países. Incluida la Ciudad del Vaticano. También hay embajadores ante la Santa Sede y embajadores de la Santa Sede ante otros países. Son los nuncios.
La organización de la entrega de cartas credenciales y de atender a los nuevos Jefes de Misión ante la Santa Sede es competencia de la Prefectura de la Casa Pontificia. También se ocupa de las audiencias que concede el Papa a otros jefes de estado, presidentes de gobierno, ministros u otros altos cargos y autoridades que solicitan ver al Papa.
Guión de una entrega de cartas
Cuando los nuevos embajadores llegan al Vaticano, el acceso al edificio lo hacen a través del Patio de San Dámaso, donde se les recibe con honores. El Prefecto de la Casa Pontificia le acompaña hasta la Sala Clementina donde saluda al Maestro de Ceremonias y repasa los detalles del encuentro.
El Papa les espera en el Salón del Trono. Acceden al mismo tras ser anunciados. Saludan al Papa y le entregan las cartas y los discursos. No se leen. Se dan todos por enterados. Después pasan a la Biblioteca donde mantienen una primera conversación privada. Antes de dejar la Biblioteca, el nuevo Embajador presenta a los miembros de su delegación que, mientras ha durado el primer encuentro entre ambas personalidades, ha esperado en la sala contigua. La despedida es breve: el Papa le acompaña hasta la puerta del despacho y allí se despiden. Sin más.
Una embajadora entrega sus cartas
El lunes de esta semana se ha acreditado ante la Santa Sede la nueva embajadora británica, Sally Axworthy. Y eso es noticia por partida doble: es una mujer, cosa que siempre es noticia porque aun son menos las mujeres embajadoras que los hombres. Y el Vaticano es “cosa de hombres”. Pero, además, es embajadora de un país de confesión anglicana, lo que hace siempre complejas las relaciones y exige de los jefes de misión, un especial tacto y sensibilidad.
El uniforme de la embajadora
Pero también tiene un punto protocolario muy interesante. Vistió el uniforme diplomático tradicional en Gran Bretaña. No le faltaron ni el sable ni el bicornio con sus plumas blancas de avestruz. En versión femenina: falda en lugar de pantalón.
El Uniforme de Corte –Court Uniform– surge a principios del siglo XIX en dos versiones: Full dress y levée (to lever = izar, levantar). Consiste en una chaqueta azul de cuello cerrado y alto, con hojas de roble bordadas en hilo dorado en la pechera, los puños y la levita; calzones y medias blancas y bicornio con plumas de avestruz. El modelo levée sólo tenía bordados los puños, el cuello y los bolsillos; se llevaba con pantalón largo de color azul marino con raya lateral dorada.
Lo vestían funcionarios del servicio civil y diplomático, miembros del Privy Council y oficiales al servicio de la Casa Real, que se distinguían del resto por el color rojo de puños y cuello. El uniforme completo se lucía en recepciones, bailes o conciertos de estado en la Corte y la versión levée, en el resto de recepciones y actos.
Las dos versiones primeras del Uniforme de Corte: Full Dress y Levée
De este origen tan ceremonial a nuestros días, el uniforme ha pasado por diferentes modificaciones para ajustarlo a las necesidades de cada momento. Tras la Primera Guerra Mundial se introdujo una sexta versión del uniforme de Corte: el Uniforme Civil de Primera Clase. Con menos bordados, raya del pantalón más estrecha. Se completó con guantes blancos y se introdujeron algunas modificaciones para diferenciar el uniforme de los diferentes grupos de funcionarios que lo lucirían.
Actualmente, utilizan la prenda los miembros del Servicio Diplomático de Su Majestad (Her Majesty’s Diplomatic Service). Es un modelo más sencillo que lucen en la entrega de cartas credenciales, aunque no en todos los países.
Este es el boletín informativo (aud) de las actividades del Papa esa mañana, por si alguno tiene curiosidad.