“Hasta Antón, Pascuas son”
Dice el santoral que el 17 de enero es San Antonio Abad, monje eremita al que se representa con el hábito y a quien acompaña un cerdo. Por eso es a quien llevamos nuestras mascotas para que las bendiga el día de su santo. Nosotros ya os hemos contado en el blog -“San Antón: fiesta y tradición”- cómo se celebra en El Espinar (Segovia).
Este año, de Segovia nos vamos a ir a Madrid: ¡como es una ocasión que se celebra en muchos sitios hay otras costumbres y tradiciones! Y ya sabemos que en protocolo, eso es parte de nuestro ser. En la capital se dan los panecillos de San Antón o del santo, que es lo mismo.
¿Qué son los panecillos de San Antón?
Son un dulce entre pasta y pan que preparan las pastelerías de Madrid cuando se acerca la fecha. Especialmente, en aquellas cercana a la Real Iglesia de San Antón o Real Iglesia de las Escuelas Pías de San Antón, situada en la calle Hortaleza de Madrid y que es muy conocida por ser, además, la del Padre Ángel (Ángel García Rodríguez) fundador y presidente de la ONG Mensajeros de la Paz. Se cuenta que el santo ayunaba mucho para evitar tentaciones y que lo único de lo que se alimentaba era de unos panecillos secos y tirando a duros.
Origen de los panecillo de San Antón
No son un invento moderno. Se comían ya en las romerías del Santo (o Vueltas del Santo) del siglo XIX. Era una romería muy popular entonces y aunque de origen medieval -viene de la fiesta del “cerdo del concejo” (o rey de los cochinos)*- pasó a celebrarse en Madrid con la bendición de las mascotas, dado que tener animales grandes en las casas ya no era habitual. ¡Los bichos quedaron para fincas y campos! La costumbre luego se exportó al resto del territorio y ahora se bendicen en todas partes. Pero los panecillos se quedaron. Y con el tiempo las pastelerías decidieron convertirlos en dulces típicos de la ciudad. El panecillo es bastante secote y algo duro, por lo que aguanta bien el paso del tiempo. Así remitían al desierto de Antón, al largo tiempo de ayuno y al aguante del escaso alimento. Ahora también se hacen algo más suaves: yema, fresa, naranja, mazapán … ¡se acercan más al anuncio de la pastelería que los ofertaba en el Diario de Avisos de 1830:
“se venden panecillos llamados de San Antón, mui delicados y de nueva invención”.
Además de para comerlos, eran también para ofrecérselos al santo para que cuidase de los animales y les protegiera de enfermedades. Al bendecirse junto a ellos se toman como talismanes de fortuna. Y, envueltos en un pañuelito, se guardan junto al dinero en el bolso a ver si crece… o para ver si se pilla pareja..
Por si os decidís a hacerlos, este es un enlace a la receta. ¡A ver qué tal os quedan!
Una costumbre tan popular en Madrid no podía quedarse sin crónica. Así que allá os va otro enlace: este es a un artículo sobre los panecillos de San Antón publicado en El Liberal el 17 de enero de 1922.
*se criaba un cerdo para el Concejo de Madrid. Al cargo del animal estaba un porquero -el rey de los cerdos– durante todo el año. Luego se subastaba o rifaba el día del santo. Al cerdo se le colocaba una campanilla al cuello de tal forma que cuando el animal iba tintineando había que hacerse cargo de él y darle de comer en casa de cada uno que se lo topara o allá donmde el animal se metiera. La juerga que esto significa acabó por hacer que se prohibiera en bando público:
“Queda prohibido que la mojiganga del rey de los cochinos pase por la villa, debiendo ir por fuera del templo de San Antón, en la que no se permitirá entrar, no aguardando los ministriles irreverencia alguna, bajo las más severas penas a los infractores”.
(Fotos: panecillos de diferentes sabores; panecillos sencillos;