La musa de Proust

La musa de Proust

En busca del tiempo perdido, la obra más famosa del escritor francés, Marcel Proust, refleja a la alta burguesía y aristocracia francesa de principios del siglo XX. Aporta tantos detalles de esos años que transporta a los lectores a la época. A los salones parisinos y a los veraneos en la costa normanda. Los personajes de la obra están inspirados en figuras reales, entre ellas sus familiares más cercanos, pero además en otras de la sociedad y la actualidad de su tiempo. Entre estas figuras destaca Élisabeth de Caraman-Chimay, la Condesa de Greffulhe (1860–1952). Era una mujer de gran belleza, de «elegancia aristocrática» y un icono de la moda de su tiempo.

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En torno a esta estrella de su tiempo gira la exposición «Proust´s Muse, The Countess Greffulhe«, que se inauguró en septiembre en el Museo del Instituto Tecnológico de la Moda en Nueva York. La muestra se exhibió el año pasado en el Palais Galliera, Museo de la Moda de Paris con el título La Mode retrouvéLa moda recobrada, en alusión al último volumen de la obra de Proust que lleva por título, El tiempo recobrado.

Proust se inspira en la Condesa para crear el personaje de la Duquesa de Guermantes. De ella, en la obra dice que «cada uno de sus vestidos parece…la proyección de una aspecto determinado de su espíritu». Y esos son los vestidos que se pueden contemplar en una cuidada puesta en escena, en penumbra, y levemente  iluminado de azul. Son 28 piezas que van desde los trajes de fiesta a los de diario.  La exposición se complementa con  lencería, zapatos, medias y abanicos.
Paire d'escarpins Eventail pliant

Entre los más conocidos está el modelo «Lily», atribuido a la casa Worth hacia 1860. Es de línea «princesa», que no es típico de la época pero que a ella le sentaba muy bien por su altura, en terciopelo negro, seda y bordados de perlas con incrustaciones en forma de lirios blancos. En honor de unos versos al respecto que escribió para ella, el poeta Roberto de Montesquiou, hermano de su madre, que, a su vez, inspiró a Proust el personaje del Barón de Charlus.

ROBE DU SOIR PORTEE PAR LA COMTESSE GREFFULHE  La comtesse Greffulhe, nÈe Elisabeth de Caraman-Chimay (1860-1952), portant la robe aux lis crÈÈe pour elle par la maison Worth
Charles Fréderic Worth (1825-1895). «Traje de noche de la Contesa de Greffulhe,  1896  Galliera, Musée de la Mode de la Ville de Paris

A la condesa le gustaba vestir de verde: este es otro modelo de la Casa Worth, datado en 1897. Es un traje de tarde «para tomar el té», con aplicaciones de terciopelo sobre satén verde. Otro de los trajes más conocidos de la condesa es el modelo «Bizancio» o «Traje bizantino». Aunque también se atribuye a Worth, se cree que en realidad lo diseñó Paul Poiret hacia 1904,  la época en los que se formó y trabajó para Worth. Está cosido en lamé dorado, con incrustaciones de perlas y bordeado de piel. Es un traje de ceremonia diseñado para la boda de su hija Elaine. Impresionante es también la capa, regalo del Zar Nicolás II de Rusia en su visita a Paris en 1896, que originalmente era un traje de corte y que ella transformó en capa para salir de noche.

TEA GOWN ROBE BYZANTINE PORTEE PAR LA COMTESSE GREFFULHE POUR LE MARIAGE DE SA FILLE capa

Charles-Frederick Worth (1825-1895)  y Capa de Bukhara (1896). Galliera, Musée de la Mode de la Ville de Paris

La Condesa era firme defensora de las artes: la música y el ballet estaban entre sus grandes pasiones. En los años previos a la I Guerra Mundial empezó a apoyar económicamente a los ballets rusos de Diaghilev y al calor de lo oriental -incluido el japonismo– , modificó su estilo y puso de moda los diseños de trajes inspirados en kimonos de Babani. Los detalles de estas prendas, que se utilizaban para estar en casa y recibir sólo a los más íntimos, son de auténtico lujo: el kimono verde con forro de seda en color rojo, se cierra con un botón de cristal de Murano.

The Museum at FIT's: opening party for Proust’s Muse, The Countess Greffulhe kimonos

No faltaron tampoco entre sus prendas, los diseños de español Mariano Fortuny Madrazo,pintor, fotógrafo, diseñador de ropa y escenógrafo, cuyas creaciones inspiradas en la indumentaria de la Grecia Antigua, eran auténticas obras de arte. Sus modelos plisados, de los que destaca el famosísimo Delphos, hacían furor entre las mujeres de la alta sociedad, fueron el resultados de sus investigaciones en el dieño de textiles. Desarrollo técnicas nuevas, muy complejas, con las que obtenía resultados espléndidos. En la novela, la Duquesa de Guermantes viste con frecuencia prendas de Fortuny. Evidentemente, la  Condesa  de verdad también los tenía colgados en su armario. De su colección se exhibe esta chaqueta de terciopelo:

Veste

Mariano Fortuny. Chaqueta. 1912. Galliera, Musée de la Mode de la Ville de Paris.

Nunca, ni los últimos años de su vida -murió en Lausanne en 1952- dejó de participar en la vida social. Siempre adecuadamente vestida, a la moda y pendiente de diseños y tendencias. Era consciente de la importancia de la imagen como lienzo para la transmisión de mensajes. Fue una buena clienta de las casas de Alta Costura y vestía con frecuencia prendas de Lanvin o de Nina Ricci, como este conjunto de vestido y bolero, modelo de 1937.
Ensemble du soir (robe et bolÈro) Nina Ricci. 1937. Galliera, Musée de la Mode de la Ville de Paris.

Aunque hoy la indumentaria se haya quedado en «moda», es indudable que juega un papel en la vida social y, especialmente, en actos solemnes y ceremonias. Adecuar nuestra forma de vestir a las diferentes ocasiones del día -trabajo, ocio, fiesta- no tiene nada que ver con «antiguo», «inncesario», «cursi», «tontería» … Tiene que ver con nuestra disposición ante lo que vamos a vivir o en lo que vamos a participar.Es una manera de mostrar respeto. para una boda nos ponemos «más bonitos que un San Luis», para otros aspectos de nuestra vida no es necesario que hagamos alarde de descuidados.

Si, además, las prendas son de la calidad, diseño y significado de las exhibidas en esta muestra, estaremos no sólo ante un pedazo de nuestra historia social sino, además, ante auténticas creaciones artísticas.

En la exposición no se pueden hacer fotos, pero el museo pone este enlace a disposición de todos los que quieran disfrutar de esta maravilla de vestidos sin tener que desplazarse a Nueva York. También hay unas excelentes reproducciones en la sección dedicada a esta exposición en la propia web que el museo ha diseñado para la exposición. Las que hemos subido al post son del folleto de la exposición.