Moda y protocolo no son sinónimas
Entre los propósitos protocoleros que nos hemos hecho para este año 2017 -y que junto a María Gómez Requejo (@MariaPSC)- expusimos en Onda Madrid a principios de enero, hay uno que nos va a servir para la entrada de hoy en el blog: no confundir moda con protocolo. Si ya de por sí es bastante difícil explicar que el protocolo no es sólo buena educación, buenas formas y maneras o saber estar, cuando de moda se trata, marcar la línea entre ésta y el protocolo es misión imposible.
Dijimos en el programa que la moda y los códigos de indumentaria son conceptos “enfrentados”. La moda es efímera. Los códigos de indumentaria no varían: son normas y reglas, pero también, un sistema de signos para formular y emitir mensajes. ¿O es que no nos fijamos en lo que llevan actrices y actores en la alfombra roja o una reina, político o autoridad en una recepción en palacio? Estamos pendientes por muchas razones: por si le sienta bien o mal, por si va a la moda o no, por si unos y otras van “mejor o peor”, si es excesivo o se quedan cortos. Por lo general no pensamos en el ejercicio que estamos haciendo: simplemente decimos que “cotilleamos” y para eso son ideales las revistas de corazón. Pero en el fondo estamos “leyendo” en la vestimenta que cada uno luce en un determinado acto o momento. Y si leemos y entendemos, es que hemos captado un mensaje. De ahí hay que colegir, que la ropa transmite: es una forma de comunicar.
Es imposible abstraerse del hecho de la importancia que tiene nuestra vestimenta en la sociedad actual. Aunque empezara sirviendo para cubrir nuestra desnudez contra el frío, ha ido evolucionando y ha pasado a ser una forma de expresar poder, belleza, sensibilidad… Especialmente a partir de los años 60. Moda y cine se han convertido en dos vehículos de comunicación que han creado iconos.
Cierto es también, que desde que la moda se ha convertido en el gran escaparate y en una industria floreciente e imparable, todas las prendas que usamos -las de diario, las de fiesta, las deportivas- están sujetas a los vaivenes, gustos, tendencias y novedades que marcan diseñadores y empresas del sector. Inconveniente, ninguno. De esta manera los trajes van incorporando detalles, con más o menos acierto, que los adecuan a los tiempos. Los puristas protestarán, porque “las cosas son así de siempre” pero para ser justos, adaptarse a las circunstancias de nuestras vidas actuales tampoco significa perder las esencias.
La moda cambia constantemente. La indumentaria protocolaria sin embargo varía poco: se adapta más lentamente a los tiempos. Las variaciones en la etiqueta -que es como los de protocolo llamamos al asunto de ponerse la prenda adecuada en cada momento- son muy ligeras y aunque se van imponiendo, si lo hacen es porque la presión de la sociedad se impone. Sobre todo en tiempos como los actuales en los que el ritmo de nuestra vidas parece cercano a la velocidad del rayo. Algunos cambios en el uso se reconocen enseguida y nos suenan a todos. Por ejemplo, el más facilón: el chaqué de los novios. El chaqué, como prenda de ceremonia mañana, no debería lucirlo un novio que se case a última hora de la tarde. Pero ya las bodas no se celebran por las mañanas. Debería modificarse la etiqueta, pero…¡lo del chaqué viste mucho y a ver a quien le va importar lo que uno haga en su casa! ¿Verdad?
Pero, fuera del ambiente privado, también en las instituciones la evolución es notoria. Hablando de chaqués, veamos las juras de presidentes de gobierno, las audiencias del Jefe del Estado o la primera visita de los nuevos ministros:
Jura de presidentes, ceremonia de mañana: Adolfo Suárez(1977) viste chaqué; Felipe González (1983), traje oscuro
Las audiencias del Jefe del Estado: Franco recibe a Dalí; el Rey, a Pablo Iglesias
Los ministros cumplimentan al Jefe del Estado: en 1973 y en 2016
Otras ceremonias de mañana, sin embargo, han conservado la etiqueta clásica: el chaleco en los actos académicos debe ser negro
Ingreso en la RAE: Niceto Alcalá Zamora en 1932 y Félix de Azúa en 2016
Además del cambio en el uso de prendas en los diferentes actos, cuando hablamos de moda, tenemos que tener claro, que aun siendo prendas protocolarias, también éstas acusan su influencia. Siguen llevándose el chaqué, el frac o el esmoquin, según la solemnidad de la ceremonia o acto. Y, consecuentemente, los trajes largos o los tocados, pero ahora tienen un aire distinto. El que impone la moda.
Sean Connery: esmoquin clásico; Lionel Messi: esmoquin de moda
Vestidos de noche clásicos de la reina Isabel II…
Traje de noche de moda de Paz Vega
Tocado clásico y tocado de moda:
¡No es tan difícil! La etiqueta -una de las patas del protocolo de hoy- es una y determinada para cada circunstancia. Y refleja la importancia que le damos a cada acto. Con su graduación -desde el traje de baño al frac- indicamos el grado de solemnidad, y el valor que queremos aportar cuidando nuestra imagen, al acto al que acudimos. ¿Que cada vez se requiere menos? Si. ¿Que se ha rebajado? También.
La moda es otra cosa: son gustos temporales. Pueden incluso hacer buena pareja, pero nunca serán lo mismo.
(Fotos: casareal.es; EFE/archivo/Barriopedro (EFE); lavanguardia.com; VanityFair.com; elmundo.es; Pinterest)