Me han invitado a Raclette…¿a qué?

Me han invitado a Raclette…¿a qué?

Se está poniendo muy de moda lo de disfrutar de una Raclette con los amigos. ¿Os suena? ¿Lo conocéis? ¿Sabéis su origen y cómo se come? A este invento le vamos a dedicar el post de hoy: nos llegan de varios sitios noticias frescas sobre su consumo como plato navideño. ¡Y si hay que aprender a utilizar la pala de pescado o los palillos japonenes, ¿por qué no saber manejarse con este plato? Cada vez se ofrecen más posibilidades y resulta divertido, entretenido y de larga sobremesa cuando se prepara y disfruta con los amigos o la familia. Y cada vez más en Navidad.

Origen de la Raclette

La Raclette es un plato tradicional del cantón suizo de Valais o Wallis, según se diga en francés o en alemán. Su base es el queso del mismo nombre: el raclette, un semicurado que se hace con leche cruda de vaca, que tiene forma de rueda y que suele rondar los seis kilos de peso por pieza.

 

Parece evidente, aunque no haya referencias escritas hasta principios de siglo XIX, que el origen de este plato hay que buscarlo en la Edad Media y en los pastos suizos. Allí, los pastores que cuidaban de los rebaños de vacas alpinas acercaban el queso al fuego para derretirlo, lo iban raspando según se iba calentando y lo extendían sobre patatas asadas en la misma lumbre o fuego al que acercaban el queso. Se conocía como Bratkäse o queso asado. El queso lo tenían a mano, las patatas no eran cosa complicada de llevar y aquello llenaba el estómago y daba calorías. Lo complementaban con algo de fiambre o carne seca. Fue a principios del siglo XX cuando, en una exposición de unos vinos locales, éstos se presentaron acompañados del queso asado, y se descubrió el invento: y lo llamaron Raclette del verbo racler, que en español significa raspar.

Cómo se come la Raclette

Siguiendo su origen rústico y rudimentario, es básico poder fundir el queso. Eso requiere algún tipo de invento moderno, porque encender un fuego para acercar el queso y esperar a que se funda…¡no es sencillo!

En el mercado hay varios modelos. Dependiendo del grado de sofisticación que se le quiera dar a este sencillo plato. Pero nosotros nos vamos a fijar en el sistema más parecido a la fogata original. Evidentemente hay que comprarlo y aunque no es de uso habitual en nuestro país, ya lo tienen en muchos sitios: ¡cuando se ponen de moda algunas costumbres ajenas lo básico llega volando!

 

El mecanismo es fácil: se pone una cuña del queso raclette en la bandeja, se acerca la fuente de calor -para lo que hay un manubrio de sube y baja-,  que no es más que una lámpara de infrarrojos como la de los tostadores de pan, se espera un poco a que empiece a fundir el queso, y con ayuda de una paleta, espátula o cuchillo sin filo, se raspa la parte derretida y se extiende sobre la patata.

Con qué se acompaña la Raclette

Además de con patatas -a ser posible, asadas, aunque vale igual si están hervidas- se acompaña de pepinillo y de cebollitas encurtidas. También de algo de fiambre. Y vino. Blanco y ligero que es lo que mejor marida con el queso.

Hay otros aparatos más sofisticados como os hemos comentado, en los que no sólo se puede fundir el queso en pequeñas cazuelas o platillos individuales, sino que además tienen parrilla o piedra caliente para, a la vez, ir asando salchichas o algún tipo de verdura como pimiento o tomates. ¡Las posibilidades son infinitas y el gusto de cada uno es quien pone los límites!

 

¡No diréis que no es una buena idea para pasar un rato muy agradable estas Navidades!

(Fotos: fuego vivo; aparato sencillo; rueda de raclette; fiambre; raclette-parrilla con acompañamiento,  raclette-parrilla; variada)