La muerte le sienta bien a las mujeres

La muerte le sienta bien a las mujeres

Llega el fin de semana y como es frecuente que hagamos, nuestra entrada de hoy será menos técnica y más ligera aunque sin olvidarnos que de protocolo va el blog.

Dentro de los varios campos de trabajo por los que tiene que saber moverse un protocolero está el de la indumentaria. En muchas ocasiones se requiere una determinada indumentaria para un determinado acto y sin tener que ser experto en moda, si debemos saber qué es adecuado en cada momento, qué es lo que “pide” el evento. Y relacionada con la indumentaria…

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En el Museo Metropolitano de Nueva York se está exhibiendo actualmente –hasta enero 2015- una muestra de trajes y complementos femeninos de luto de la mujer del siglo XIX. El luto como señal de duelo no es incompatible con la moda, ni tiene porqué obligar a quien lo quiere llevar a vestirse de cualquier manera: esa es la idea que subyace en la exposición. En el siglo XIX no cumplir con la muestra externa de dolor estaba mal aceptado en sociedad. La  costumbre de la ropa negra sin adornos en señal de luto no es reciente: durante el Imperio Romano se lucía la Toga Pulla, que era de color oscuro, como muestra de dolor durante los periodos que se estimaban de luto. Y  aunque no siempre se una al color negro –las reinas europeas en la edad Media vestían de blanco – el “no color” se impuso como máximo exponente de duelo y las mujeres -especialmente las viudas en algunos países- lo vestían de por vida.

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La exposición del MET, organizada cronológicamente (un siglo: de 1815 a 1915) muestra una serie de vestidos de mañana, de tarde o de fiesta, joyería, sombreros y otros complementos de forma que se pueda apreciar la evolución y las implicaciones culturales en el luto. Ilustran el cambio que se va produciendo en el vestuario: desde las telas habituales a principio de siglo como el crespón negro, a las sedas de principios del siglo XX, la ligera introducción de colores para aliviar el negro, festoneando bajos y bordes,  hasta pasar al alivio de luto con ayuda de grises y malvas, la muestra recorre con no más de 50 piezas una evolución que acabó con la idea de que luto y enterrada en vida, venían a ser lo mismo.

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Vestido de mañana y vestido de boda

Es indudable la influencia de la moda en el resultado. Las revistas mostraban trajes de otros países, la industria textil permitía importar telas y fabricar las propias de forma que fueran asequibles y, dado que la costumbre del luto estaba muy arraigada, el comercio encontró su nicho de mercado. El luto no entiende de clases sociales, pero las clases sociales sí entienden de moda: el que los vestido de luto pudieran elegirse en cuanto a diseño y precio hizo que hubiera oferta, que las cadenas de almacenes de ropa, que proliferaron a mediados de siglo, la vendiesen muy bien y que a partir de su influencia, el luto pasara de ser una losa a ser un producto de consumo.

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De la reina AlejandraTraje de noche bordado en pedrería malva que perteneció a la Reina Alejandra del Reino Unido de Gran Bretaña

Con el siglo XX el “no color” dejó de ser exclusivo del duelo y se impuso –y ahí sigue- como el color por excelencia de las prendas de noche. Hoy es sinónimo de elegancia y el color de las prendas más protocolarias.

Las fotos de la entrada son nuestras, pero merece la pena verlas bien. Nada como estos tres enlaces para los que tienen más interés: blog de “facilísimo” y reseña del MET