Toma de posesión de un corregidor: con toda la pompa
En nuestro post del miércoles 19 de febrero vimos la figuras de los “caballeros veinticuatro“, los concejales de otra época. Pero nos dejamos en el tintero la del Corregidor. ¡Sin disimular: para no alargar el post y para poder dedicarle un post a ellos! Así que hoy toca investigar quienes eran estos señores.
¿Quién era el corregidor?
Corto, porque es un tema que da para varias tesis doctorales, pero, para ponernos en situación, hay que saber que un corregidor era un funcionario real. Un oficio de prestigio. Su campo de trabajo era muy amplio y fue desarrollándose y modificándose con el paso de los siglos. En su origen era un puesto itinerante: un comisario del Rey por los territorios para inspeccionar su buen funcionamiento. Posteriormente se irían perfilando sus funciones. Desde presidir ayuntamientos a ser juez; de gestionar el desarrollo de villas, pueblos y comarcas a reforzar su autoridad. Tenían competencias en la ejecución de toda obra pública que se considerara necesaria, la gestión de los asuntos relacionados con la salud, la seguridad, el abastecimiento o el comercio. Les asistían los alguaciles y unos oficiales del fiel, que nos vamos a reservar para otro momento. Durante la conquista de América saltaron el charco: también en el Nuevo Mundo se crearon corregimientos. En aquellos territorios tan lejanos ejercían mando en plaza, administraban justicia y mandaban las tropas.
Juramento y toma de posesión de un Corregidor
Es bastante más que probable que en cada territorio esta ceremonia fuese distinta, aunque, es seguro que se desarrollaría con la misma solemnidad y pompa que ésta que nos hemos encontrado en este librillo buceando por bibliotecas y archivos para escribir el post de los caballeros veinticuatro: Curiosidades históricas granadinas de José Díaz Martín de Cabrera.
Pero es evidente, que la que aquí se relata está referida a los corregidores de la ciudad de Granada. No sabemos, si como sucede hoy que hemos estandarizado las ceremonias….¡protocolo!…. y pico arriba, pico abajo, son similares en todas partes, en aquellos tiempos se hacía igual. No quita, sin embargo para que veamos la forma, el ceremonial, la etiqueta y los detalles de esta tomas de posesión. Son historia del protocolo, de su evolución y de sus orígenes.
Como sigue siendo así hoy, todo cargo precisa un nombramiento previo. Así, con el título en la mano, lo primero era prestar juramento ante el Supremo Consejo de Castilla*. Si no se podía desplazar a Madrid, sede de este Consejo, había que pedir autorización para poder jurar ante la Real Chancillería o Real Audiencia. En este caso, la de Granada, pues como ya hemos dicho, en Granada estamos. Ante este tribunal, y con el título de nombramiento bajo el brazo, el nuevo Corregidor juraba el cargo. Se notificaba después al ayuntamiento que le correspondía, el día que elegía para su toma de posesión. En acto público. Como sigue siendo hoy.
Recibida la notificación, el cabildo se reunía para designar -a suertes, o como dice nuestro maravilloso texto: “suerte sacada por boca de cántaro”- tres comisiones encargadas de cumplimentar, acompañar y recibir al nuevo Corregidor. Cada comisión la componían un número determinado de cargos públicos. A saber:
-dos Caballeros Veinticuatros y un Jurado, que habían de hacer el recibimiento en la puerta de la Casa del Ayuntamiento;
-dos Caballeros Veinticuatros y un Jurado, para hacer la recepción en la Antesala del Salón Capitular;
-y ocho Caballeros Veinticuatros y cuatro Jurados, para cumplimentar en su domicilio al electo Corregidor y acompañarle hasta la Casa Consistorial.
Nombradas las comisiones y llegado el día elegido, esta última comisión iba en busca del nuevo Corregidor a su casa. Iniciaban el recorrido en procesión: delante iban los clarines del Ayuntamiento y los alguaciles a caballo. Detrás, los comisionados. En un principio, también éstos iban a caballo, pero a mediados del siglo XVIII se cambió caballos por carruajes. En su casa esperaba el Corregidor que, tras los saludos de rigor, se unía a la comitiva para ir al ayuntamiento. Allí les esperaba las dos comisiones de recibimiento para cumplimentarle como es debido.
Las comitivas entraba en la Sala Capitular del Consistorio y ocupaban sus sitios en ella: si estaba presente y presidía el acto el Corregidor cesante, el nuevo tomaba asiento a su izquierda. Si ya el cesante había dejado el municipio, presidía la ceremonia el Alcalde Mayor -o Teniente Corregidor. A la derecha de quien presidiera se sentaba el Alférez Mayor de la ciudad y si éste no asistía, el Caballero Veinticuatro, que fuera el decano de la corporación.
La ceremonia se iniciaba con la entrega de los títulos reales al Secretario o Escribano Mayor más antiguo de los que tenía en plantilla el Cabildo. Puesto en pie, este funcionario leía en voz alta y de forma clara, el nombramiento real. Igual que se sigue haciendo hoy cuando se lee un acta o el BOE de un nombramiento ante el público presente. Después entregaba el documento a quien presidiera la ceremonia. Y, :
…éste y el Caballero decano besaban las aludidas Reales Cédulas, colocándolas sobre sus cabezas en señal de sumisión al Rey y acatamiento a sus órdenes
Lo que no deja de ser bastante curioso.
El Escribano Mayor se acercaba entonces al nuevo Corregidor: éste ponía la mano sobre la cruz de su hábito -si lo lucía de alguna Orden Militar- o sobre el puño de su espada -si vestía uniforme- o, si ni vestía hábito, ni vestía uniforme militar alguno, sobre el libro de los Sagrados Evangelios. Juraba así..
“… usar bien y fielmente los empleos que se le habían conferido, obrando en todo con arreglo a las leyes y ordenanzas, defendiendo en todo tiempo el Sagrado Misterio de la Purísima Concepción.”
Hecho el juramento, y con los capitulares -el pleno- puesto en pie, quien presidía la ceremonia le entregaba la vara de mando y le cedía el asiento. ¿En cuántos ayuntamientos se sigue entregando hoy una vara de manda al nuevo alcalde? El nuevo Corregidor agradecía las atenciones y “ofrecía cumplir” los deberes de su cargo. Le contestaba el decano de los caballeros Veinticuatro y se concluía el acto. Las despedidas, como los recibimientos, las cumplimentaban las tres comisiones de la misma manera.
Si os habéis fijado, hemos resaltado en rojo algunos “hoy“. Marcan los hitos del ceremonial que se siguen cumpliendo en nuestros días. Es posible que a los nuevos alcaldes de ahora no les vayan a recoger a su casa a caballo con clarines, pero, ¿cuántos hay que a la llegada a la Casa Consistorial no se encuentren con músicos, dulzainas, gaitas, u otros instrumentos típicos del lugar? ¡Eso también se sigue haciendo hoy! Por tanto, no conviene olvidar de dónde venimos: la historia marca y marca mucho en todas las ceremonias actuales. Hasta en las que hay que diseñar ahora: para ello se tira de costumbres, historia, tradiciones y cultura. ¡No hay protocolo sin historia!
*principal centro de poder de la estructura de gobierno de la Monarquía Hispánica durante la Edad Moderna (siglos XVI a XIX)